jueves, 24 de mayo de 2012

Una marea de almonteños se reúne con su Reina y Madre

La Matriz inunda de devoción El Rocío a su llegada a la Ermita desde el Camino de los Llanos



Sólo bastó con mirarla. Cuando la vio las lágrimas se asomaron al balcón de sus mejillas y rebeldes intentaban deslizarse. A su mujer Rocío y su familia ya les había vencido. Toda emoción, toda palabra quedó ninguneada por el latido de su corazón, y al compás los de los miles de almonteños que lo habían acompañado durante las tres leguas que separan Almonte del Rocío y los de la marea humana que lo esperaba a las puertas de la Ermita. Entonces, con la voz rota de tanto pregonar la felicidad inenarrable, exclamó “¡Viva la Virgen del Rocío!”. Todo el pueblo estalló de júbilo al responderle el viva. Juan Francisco Cáceres, hermano mayor de la Matriz de Almonte había llegado hasta los pies de la Blanca Paloma tras llevar a su pueblo a El Rocío.

En el interior de la Iglesia se escuchó la Salve y un familiar del hermano mayor le había cantado a su Patrona. Junto al presidente de la Matriz, Juan Ignacio Reales, que lo había esperado  de pie a las puertas del Santuario, depositó a los pies de la Virgen un ramo de flores, ofrenda del amor de todo un pueblo representado en un hombre que ayer se sintió “tremendamente emocionado y muy contento a la vez que agradecido”, pues si se dice que “el hermano mayor lleva a la Matriz y su Simpecado a Almonte, ha sido el pueblo “quien me ha llevado a mí hasta Ella”.
La crónica completa del camino de la Matriz de Almonte, en El Periódico de Huelva.

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