La filial número nueve ofreció una espectacular imagen en su salida debido a los cerca de 1.400 peregrinos y las casi mil chaquetillas blancas de sus jinetes. Los 10.000 romeros que partieron ayer llegan esta noche a la aldea.
No era un maremoto, aunque lo pareciera. Un mar de peregrinos por promesas chaquetillas blancas atravesó la ciudad, como un pañuelo de despedida de los 10.000 romero que encaminaron sus pasos hacia El Rocío, sobre todo de los alrededor de 1.400 peregrinos, más del doble de los estimados el año pasado. Que Huelva es rociera, se demostró “pese a la crisis, pese a todo”, para caminar junto al Simpecado de la Hermandad Centenaria de la ciudad”, como señalara a Odiel su hermano mayor, Francisco Zambrano más que emocionado. Para arropar a la filial número nueve. Caras de ilusión y el deseo de los que no pueden ir guardado en el corazón. El grito de ‘Huelva, Huelva’ resonó más que los cohetes, prohibidos en algunas zonas en el recorrido, acompañados de palmas, petaladas y vivas, de sevillanas y plegarias, desde que a las 08.00 horas se iniciaba la Misa de Romeros, oficiada por José Antonio Sosa, su director espiritual quien afirmó que “por segundo año consecutivo iré haciendo a pie el camino para prestar ayuda espiritual a quien la necesite”. Momentos después, Juan Ferrer, presidente de la filial entregaba al hermano mayor el Simpecado para que lo llevara hasta la aldea. Y un emocionado Francisco Zambrano, sobre su montura puso en marcha la comitiva exclamándole al carrero: “¡Vámos Manuel, vámonos con la Blanca Paloma!”. Una oleada de peregrinos inició su caminar mientras la Escuela de Tamborileros, encabezada por el oficial, Antonio de Huelva, se incorporaba a la comitiva, abriendo paso en una jornada en que el tiempo “fresco y soleado” acompañó a una salida que “ha sido magnífica” explicó Juan Ferrer. Y tras bordear el Monumento a la Cinta, la parroquia del Rocío esperaba, con el obispo presidiendo a una calurosa recepción formada cada año por los feligreses, que rezaron la salve. Comenzaron las petaladas, una lluvia incesante de color y de palmas por Huelva en la Avenida Federico Molina . Onubenses en la calle, los pequeños, vestidos de flamenco y la ciudad volcada. Las ofrendas, tampoco se hicieron esperar y al final del itinerario, la carreta de plata rebosaba en flores, como las de asociaciones de vecinos, el centro de día, empresas y otras hermandades, es el caso de la Hermandad de la Victoria. La Alameda Sundheim recibió una marea humana para enfilar la Plaza del Punto, donde el hermano mayor realizó la primera ofrenda de la filial en su salida al Monumento a la Devoción Rociera, que ha “marcado un antes y un después en la ciudad”, refirió Juan Ferrer. Tras las ofrendas de las administraciones, donde Petronila Guerrero, presidenta de la Diputación destacó la importancia de la romería en donde “más de un tercio de municipios de la provincia tiene filial” y el Ayuntamiento, donde una lluvia de pétalos cayó sobre el Simpecado mientras Argentina interpretaba su Salve. Allí, Pedro Rodríguez, el alcalde, destacó la explosión de júbilo que supone para la ciudad la salida de Huelva y que “se han hecho grandes esfuerzos para ir por la crisis económica”. La Subdelegación del Gobierno y la Concepción se convirtieron en las próximas paradas, con representaciones de las hermandades y donde Diego Capado, el párroco, rezó la salve. Por último y tras la Delegación del Gobierno Andaluz, la despedida de la Comandancia con la emoción a flor de piel. Los cantes de Manguara pusieron el fin a la despedida que se culminó con el Simpecado vuelto a Huelva junto a al Muelle del Tinto. Ya queda menos para reunirse hoy con la Blanca Paloma.
Odiel Inforción de Huelva
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