jueves, 16 de junio de 2011

La Virgen del Rocío llegó a su altar antes de lo previsto derramando y recibiendo amor a los rociero

La Virgen del Rocío llegó a su altar después de haber posado su cariño en numerosas Hermandades y de haber recibido el cariño de sus hijos.
La Patrona de Almonte, fue tomada por sus hijos almonteños a las 2:54 horas de la madrugada del Lunes de Pentecostés. A Esa hora, los más impacientes lograron llegar hasta sus andas para ayudarla a procesionar por las calles de la Aldea.

Y lo hizo con esa sencillez asombrosa que hace que aprendamos qué es la verdadera grandeza.

A las 3:06 horas de la mañana salía la Virgen del Rocío por las puertas del Santuario. Recorrió con su mirada a cada uno de los que pusieron en sus manos, entre emociones y sentimientos a flor de piel, lo que son y lo que tienen. Escuchó las súplicas y la acción de gracias que llegaban a borbotones hasta su corazón, y consiguió otra vez hacernos más suyos todavía.

Sobre las ocho y cuarto de la mañana, aproximadamente, la Virgen interrumpía su procesión, siendo necesario su regreso al Santuario, sin poder culminar su tradicional recorrido visitando a las Hermandades.

La megafonía pidió la colaboración inmediata de las personas que en ese momento se encontraban en la Ermita, por lo que hubo que dejar el presbiterio y el Altar vacíos, para que la Virgen entrara con todas las facilidades y suficiente espacio.

Y se posó de nuevo en su Altar hacia las ocho y media de la mañana.

Entre Salves, piropos, oraciones, llantos, sonrisas y palmas, la Reina de las Marismas y el Pastorcito Divino, quedaron de nuevo en la intimidad de un templo en el que cabemos todos y en el que siempre, cada día del año, es Romería porque su Rocío se derrama a diario sobre los que creemos y confiamos en Ella.

Éste hecho, ocurrido por primera vez en la historia del Rocío, que ojalá no vuelva a repetirse nunca más, hizo sin embargo que toda la jornada brindara estampas nunca vistas de fervor y devoción hacia la Virgen

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