Hombres y mujeres de la Virgen
Siempre escuché hablar de ellos con verdadero celo y unción. Creo
poder afirmar, que fue mi padre uno de los propagandistas de la
devoción rociera, que con más convicción y ahínco los sacó de su
largo anonimato, y que empezó a difundir la leyenda de estos
hombres y mujeres, fuera y dentro de Almonte, cómo una herencia
de un enorme valor testimonial para el futuro de esta devoción. De
gente, a menudo ruda en las formas y con escasa o limitada
formación cristiana e intelectual, pero sencilla, intuitiva y noble de
corazón, que manifestaban su incondicional e insobornable
veneración y devoción a la Santísima Virgen de una forma desnuda
de retórica y de aditamentos interesados, ni aspavientos. Que no
conoció ni el traje corto, ni nada de toda la parafernalia que
llevamos al Rocío de nuestros días, … Ni siquiera, y con tanta
frecuencia, el color y el sabor de la fiesta. Qué hizo un trabajo útil y
fundamental, que nos entronca con los orígenes de esta devoción.
El producto acabado de inculturación local de la fe, que tuvo una
parte de su ser y de su justificación en otros tiempos de limitaciones
extremas en tantos órdenes de la vida; y que tenía en la Santísima
Virgen una referencia vital, que llegaba incluso a impregnar de
moral, ética y compromiso cívico personal, tantos ámbitos de sus
vidas cotidianas. La conexión vital, única y directa, con la profecía
de los Antiguos Profetas.
Hombres y mujeres, con frecuencia, observadores y parcos en
palabras, que nunca tuvieron denominación de grupo, porque
nunca la necesitaron, ni fue su objeto presumir, ni alardear de nada,
siendo otros; gente con preparación o con fina intuición, los que,
como ocurre habitualmente, etiquetaron su labor. Los que los
identificaron e incluso nominaron, subrayando el significado de su
experiencia religiosa y de su distinción humana. Aquellos a los que
nuestro querido Antonio Bañez “Mancogito”, bautizó con fortuna, en
uno de sus hermosos cantos populares y sentidos a esta devoción,
fijándose en uno de los múltiples rasgos que los caracterizaban. De
ellos, cada vez nos quedan menos ejemplos vivos, porque son el
producto de un tiempo que se nos acaba.
Ahora, en este proceso electoral lleno de aristas y despropósitos
para la renovación de la junta directiva de la Hdad. Matriz, algunos
han pretendido cortar a su medida y desvirtuar su significado,
convirtiendo algo sustantivo, en adjetivo. Utilizando este inmenso
legado colectivo del pueblo de Almonte y de la devoción rociera,
que es patrimonio de todos, como un elemento para separar y
dividir; para calificar y cualificar a unos, frente a otros; simplificando
hasta la caricatura y el absurdo la dimensión y la hondura de un
modo de vivir la devoción a la Virgen que debería ser cuidado y
mimado por todos. Una forma descarnada de manifestar el amor a
la Virgen, que no distingue colores, ni sexos, y que nos obliga e
interpela a los almonteños de hoy, a actualizar su significado y su
valor en nosotros mismos y en las nuevas generaciones, con
compromisos personales concretos y equiparables de amor y
atención ejemplar, todos los días del año, a la Santísima Virgen
No hay comentarios:
Publicar un comentario