sábado, 17 de septiembre de 2011

EL ROCÍO EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

POR. JULIO MAYO

Cuando el 28 de mayo de 1808, el Ayuntamiento de Almonte recibe la noticia del bando promulgado, en el día anterior por la Junta Suprema de Sevilla, reclamando el alistamiento voluntario de todos aquellos mozos del pueblo que quisiesen formar parte del ejercito patrio, los almonteños refrendaron esencialmente su total adhesión al levantamiento en armas de la capital sevillana con los acuerdos de organizar el reclutamiento y tributar rogativas públicas a la Santísima Virgen del Rocío, en aras de obtener un triunfo nacional sobre el enemigo francés. La pérdida de la práctica totalidad de la documentación religiosa del momento impide conocer si los ejercicios religiosos en honor a la Señora se celebraron, de modo extraordinario, con inmediatez a la proclama local o formaron parte del programa religioso del Pentecostés de aquel año, ceremoniado sólo unos cuantos días después, el 6 de junio. El ambiente tan enrarecido y la inestabilidad imperante aconsejaron suspender la romería de 1808,
tradicionalmente festejada en las inmediaciones del santuario, tal como desvela la queja formulada al Consejo de Castilla por el vecino Domingo Castellanos, abastecedor del ramo del aguardiente y otros licores, a tenor de la notable reducción de consumo ocasionada por la prohibición. Toda una curiosísima solicitud de rebaja económica, a la liquidación satisfecha por hacerse con el monopolio de la concesión, que hemos tenido la oportunidad de localizar recientemente en el Archivo Histórico Nacional de Madrid. Pintado así el panorama, es muy probable que el Pentecostés del año 1808 se oficiase en la parroquia almonteña de la Asunción aprovechándose la estancia de la imagen en el pueblo, adonde había sido trasladada para recibir la impetración piadosa que habían conveniado representantes municipales y algunos miembros de la clerecía local. De todos modos, Nuestra Madre y Señora del Rocío todavía hubo de regresar a su ermita en el transcurso de aquel 1808 y permanecer allí algunos meses
más, ya que la conducción definitiva de la efigie al templo parroquial, para quedar refugiada en él durante la guerra, no se produjo hasta el 11 de enero de 1809, según detalla el propio acta del voto de promesa de 1813.
D Edificios emblemáticos como las parroquias iban a ser respetados por los franceses, al menos teóricamente, por lo que la de la Asunción se erigió en el escenario que mayores garantías podía deparar a la acogida de la veneración pública de la imagen, pese a la presencia de contingentes bonapartistas en la villa. Se sabe que las autoridades francesas se mostraron, en muchas ocasiones, condescendientes con la celebración de festividades religiosas arraigadas, a fin de evitar rebeliones populares, por lo que no es descabellado imaginar que los invasores permitiesen la organización de la procesión con la Virgen por las inmediaciones del templo en la festividad de Pentecostés los años del sometimiento militar (1810-1812). En el transcurso de los cinco años que la Patrona de Almonte permaneció custodiada en la parroquia, entre 1809 y 1813, es muy probable que las peticiones de amparo y protección de los vecinos a su singular Guardiana se prodigasen en demasía, sin embargo trascendieron
muy particularmente tres invocaciones corporativas, elevadas en momentos de agónico trance para los almonteños: las del 28 de febrero, 16 y 17 de agosto de 1810. Aunque el pueblo de Almonte se sublevó en reiteradas ocasiones, la que mayormente indignó a los correligionarios de Napoleón fue el asesinato del capitán francés Pierre D'Ossaux, el mediodía del 17 de agosto de 1810, a raíz de cuyo atentado, estuvieron a punto de ejecutar una respuesta violenta que finalmente no llegó a consumarse.
D Cuando los galos abandonaron España, el pueblo agradeció la salvación de la masacre y el Ayuntamiento, Iglesia local y la propia Hermandad Matriz formalizaron el acuerdo de Voto de promesa, en 1813, popularmente conocido como el Rocío Chico, desde cuya fecha se celebra todos los 19 de agosto una función religiosa, en acción de gracias por la milagrosa intermediación. La restitución de la Intercesora a su ermita hubo de producirse con anterioridad a la función votiva programada, o bien a lo largo de los meses de mayo o junio —una vez que la autoridad eclesiástica sevillana ordenó el reglado regreso de las imágenes devocionales a sus habituales residencias— o bien durante los mismo mes de agosto de aquel 1813, de ahí que no tengamos documentado con rigor si Pentecostés de 1813 también se celebró en la parroquia o ya en su propio santuario conjuntamente con su preceptiva romería. Los actos votivos no cabe duda de que le confirieron al prestigio taumatúrgico que ya gozaba la imagen una
mayor notoriedad, pues la celebridad de la romería, que ya en 1814 contó con el concurso de la hermandad filial de Triana, fue extendiéndose hacia otros nuevos derroteros supracomarcales y regionales hasta conseguir encumbrarse, a la vuelta de muy pocos años, entre uno de los principales eventos rituales de la religiosidad popular andaluza.
JULIO MAYO ES COMISARIO DE LA EXPOSICIÓN «INTERCESORA DE ALMONTE» QUE SE MUESTRA EN EL SANTUARIO DEL ROCÍO, INCARDINADA EN LA PROGRAMACIÓN DE ACTOS CONMEMORATIVOS DEL BICENTENARIO DEL ROCÍO CHICO (1813-2013)

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