sábado, 20 de agosto de 2011

El párroco de Almonte reivindica El Rocío como "escuela de vida cristiana"


Carlos López / El Rocío | Actualizado 20.08.2011 - 05:01

El sacerdote almonteño, José Muñoz, presidió la Eucaristía · La Hermandad Matriz realizó la imposición de medallas a cerca de 200 nuevos hermanos · La visita del Papa, Benedicto XVI, estuvo presente en la celebración rociera

Existen infinidad de expresiones con las que homenajear, agradecer o retratar diferentes pasajes históricos acaecidos en España. En Almonte, el modo de rendir pleitesía a la intermediación divina de la Reina de las Marismas durante la Guerra de la Independencia es una irreductible demostración de fe que se renueva cada 19 de agosto.

La jornada de ayer estuvo marcada por la Jornada Mundial de la Juventud. El párroco, José Muñoz, recordó el mensaje papal que pidió que El Rocío fuese "una escuela de vida cristiana".

Así se escribe la celebración del Rocío Chico, nombre bajo el que se acuña popularmente el voto de agradecimiento a la patrona almonteña por salvarles, en la madrugada de un 18 de agosto de 1809, de la venganza gabacha que se cernía sobre sus hijos. En efecto, la orden del mariscal Shoult era taxativa: "Pasar a cuchillo e incendiar el pueblo" como escarnio contra una insurgencia que acabó con la vida del capitán Pierre D'Ossaix. Una empresa para la que se destinó un batallón integrado por 800 infantes.

Con la temible amenaza sobre sus cabezas el pueblo se refugió en la ermita, donde las miles de plegarias fueron escuchadas por la Virgen del Rocío, de forma que antes de que las tropas alcanzasen suelo condal una orden decretó el repliegue de las fuerzas gabachas.

En plena antesala de la celebración eucarística se dio lectura, a vuela pluma, de estos acontecimientos históricos y se rememoró como un 16 de agosto de 1813 (tres años más tarde y una vez los franceses fueron expulsados de la provincia), Ayuntamiento, Hermandad Matriz y la curia eclesiástica acuerdan realizar un Voto formal por la intermediación y protección divina.

Finalizado el relato histórico, por la puerta principal del Santuario fueron accediendo los sacerdotes, presbíteros y diáconos del Condado, quienes partieron hacia el altar entre los sones de la música sacra que regaló a los presentes las voces de la Coral Polifónica de Pilas, magistralmente dirigida por Antonio Romero.

Ya en la eucaristía, oficiada por el párroco local, José Muñoz García, se recordó que este acontecimiento votivo representa la "renovación del cariño" y las pleitesías hacia Ella, "estrella de la evangelización".

Si Benedicto XVI se lamentaba en las Jornadas Mundiales de la Juventud que "en la sociedad se constata una especie de eclipse de Dios, una cierta amnesia e incluso un rechazo al cristianismo"; a cientos de kilómetros de la capital de España se daban muestras de esa fe incandescente que Muñoz pretende que se convierta en "vocación sacerdotal".

Sin perder el hilo y la génesis que los reunía en el Santuario marismeño, el sacerdote dio las gracias a la Virgen del Rocío por esa protección que brindó colectivamente hace más de dos siglos y que de forma individual realiza cada día con cada uno de los presentes.

Tras terminar la eucaristía llegó la procesión del Santísimo en su custodia bajo palio. Portada por el párroco almonteño la procesión abandonó la puerta principal de la ermita, acompañado de la comitiva de la Matriz, con el presidente, Juan Ignacio Reales, al frente; así como representantes municipales y de las fuerzas de seguridad: Policía Local y Guardia Civil.

Nada más finalizar el acto religioso, tras recorrer en procesión todo el perímetro del Santuario, la Hermandad Matriz realizó la imposición de medallas a los cerca de 200 hermanos que a partir de ahora engrosarán un censo rociero que ya supera los 10.000.

Por regla general el obispo de Huelva, José Vilaplana, suele oficiar la misa votiva, si bien debido a su presencia en las Jornadas Mundiales de la Juventud este testigo lo cedió al párroco local José Muñoz García.

No fue éste el único elemento que marcó la celebración de esta efemérides. Ese cordón umbilical entre la aldea y la capital de España estuvo constantemente presente durante la homilía.

Si Benedicto XVI habló de la posibilidad de llegar a Dios a través de la razón y la educación en valores, el párroco almonteño tomó estas palabras como brújula a la hora de llevar hacia buen puerto la encomienda del Papa Juan Pablo II, cuando reclamó, que su visita a El Rocío, que este lugar fuese "escuela de vida cristiana" y sustento de tantas y tantas almas que encuentran en María, madre del salvador, la protección física y de espíritu.
 

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