miércoles, 6 de julio de 2011

Pero Tú nunca te enfadas, Madre

Escrito por Periódico Rociero / Francisco Zúñiga / Umbrete   
miércoles, 06 de julio de 2011


Madre, qué cansado estoy a veces de mí mismo. Siento que no puedo conmigo, que meto la pata hasta donde no quiero ni debo, que me come la pena cuando deseo cambiar, pero no cambio; que me gustaría ser optimista, pero solamente veo boquetes oscuros y el pesimismo me puede.

Yo quisiera hablar mejor, que quien recibiera una palabra mía, recibiera agrado y bondad, pero no siempre es así, Madre.

A veces hago daño sin querer, a veces tengo mucho “malage”, a veces debería callarme en vez de hablar tanto, a veces me dedico a juzgar a los demás, cuando yo no tengo por donde empezar a rectificar tantísimos fallos míos, a veces nada más que pienso que me han hecho daño en vez de tener cuidado para no hacérselo a los demás, a veces no me alegro del bien de los que me rodean porque tengo envidia y soberbia...

¡Soy imperfecto, Madre mía! y cuando te miro me da vergüenza mirarte, porque creo que te vas a enfadar con éste pobre hombre…
…Pero nunca te enfadas, ¡qué va!, te pones a mirarme Tú a mí y me haces ver que siempre se está a tiempo de rectificar, de pedir perdón, de perdonar, de vivir con paz en el corazón, esa paz que tanto te pido cuando voy a verte, de seguir andando sin mirar atrás, sino hacia delante, y de coger mejor camino que el que llevaba.

No tengo sueños materiales, tengo uno de aquí adentro: de donde me duele a mí y te duele a Ti, es un sueño de enmendarme. Porque eso es lo que deseo cuando nos vemos, despiertos o dormidos, que yo consiga crecer interiormente, y que Tú me ayudes hasta que lo consiga.

Escrito por. Periodico Rociero/ Francisco Zuñiga/ Umbrete.


No hay comentarios:

Publicar un comentario