miércoles, 1 de junio de 2011

DICEN QUE POR LAS CALLES DE ALMONTE Y EL ROCÍO

Dicen que por las calles de Almonte y el Rocío hay un gran revuelo. Y algo de eso debe haberse contagiado en el cielo.

Hoy ha amanecido una día raro, los Ángeles están todos revueltos, todos van de un lado para otro y muchos no saben porqué.

Hay rumores que cuentan que la Virgen se va, ¿pero adónde? ¿Cómo es posible?

Cuentan algunos Ángeles que la han visto, que se ha vestido de otra forma, no saben muy bien porqué, pero la han visto más guapa que nunca.

De pronto y en medio del alboroto, se oye un fuerte ruido, un sonido de salva de escopeta, ¿será acaso que alguien quiere impedir por la fuerza su “bajada a la tierra”? O mejor aun, ¿será alguien que la despide feliz, viéndola partir?.

Al final los rumores se callan, y todo el mundo comienza a entender lo que ocurre. En medio de ese revuelo, algunos Ángeles, han ido a pedirle permiso a San Pedro, ellos quieren bajar a la tierra por un día.

Pero ellos, hombres de fe desde siempre, comprenden que ese es un deseo humano y que ellos ya no tienen esa condición de mortal, por eso se conforman con celebrar allí un traslado diferente.

Esta vez no tendrán que luchar hasta el cansancio para llegar a la Virgen, ahora ellos, la ven siempre que quieren tan cerca como jamás hubieran imaginado.

Su camino ya no es en la oscuridad de la noche porque para ellos la luz brilla perpetuamente. Mientras en la tierra miramos el reloj esperando el amanecer para poder verle la cara, ellos la contemplan con el pañito puesto, extasiados en la luz que irradia sin que nada les impida ver su rostro.

Gozosos han corrido a coger sus escopetas y al cargarlas descubren que no es pólvora lo que desprenden, sino estrellas; esas mismas estrellas iluminarán a la Virgen por su camino durante toda la noche.

Y allí, sentados en el Chaparral celeste, un grupo de almonteños la esperan. Unos contemplan este traslado por vez primera, otros hace muchos años que lo disfrutan.

Como el cielo es tan grande y hay tanta gente, la mayoría no sabe qué es todo aquello. Los Ángeles almonteños llenos de emoción no encuentran palabras, por eso de entre todos ellos escogen a alguien que pueda y sepa transmitir todo aquello. Y quien mejor que un Ángel almonteño y pregonero para contar allí arriba con su palabra dulce, poética, pero con esa fuerza y esa raza que tiene la gente de Almonte para contar también allí, en la marisma del cielo, lo que en su pueblo está aconteciendo. Allí sentados sobre una nube de Ángeles comienza a relatar lo que todos estamos viviendo:


“… Hermanos, hoy el camino de los Taranjales y el camino de los Llanos volverán a ser el cordón umbilical que una la realidad y los sueños.

Mi pueblo, después de siete largos años y de una larga espera, va a entonar nueve meses de gloriosas salves, al amparo de su Madre.

Hermanos, hoy en la Tierra se abrirá el Cielo, los campos serán celestes, los pinos estrellas y el camino traerá hasta mi Pueblo la paz de unos ojos benditos.

Hoy de las blancas arenas surgirá una Virgen morena, sueño de todos los rocieros. Y a hombros de sus hijos recorrerá las nubes hasta la Villa de Almonte.

Al abrigo de la Blanca Paloma viviremos nuevos sueños, concebiremos nuevas ilusiones, nuestros ojos se contagiarán de Amor y de Ternura, de Vivas y plegarias.

El Pastorcito Divino nos enseñará a través de una inmensa sonrisa un mundo de bendiciones, con sus manos sanará las heridas de nuestros cuerpos, nos ayudará a soportar el sufrimiento, nos dará calor con su mirada, y sus palabras nos hablarán de entrega, bebiendo del sentimiento que emanan de cada una des sus heridas.

Hoy mi sueño será vuestro sueño,.. nuestro sueño; hoy los pinos darán cobijo a la Virgen y al Pastorcito, el romero y la jara perfumarán las lindes del camino, las estrellas iluminarán sus pisadas.

Hoy el Cielo y la Tierra se dan un abrazo fraternal.

Hoy una Tradición vuelve a vivir en el corazón, vuelve a latir, vuelve a cobrar vida.

Hoy tomaremos la comunión de manos del Espíritu Santo amadrinados por la dulce mirada de la Reina de las Marismas y la sonrisa del Divino pastorcito.
Del Cielo lloverán lágrimas, las estrellas y la luna viajarán en manos del Tiempo. En esta noche cerrada, los luceros brotarán de innumerables escopetas, las oscuridad llamará por sevillanas al Sol cuando el lubricán ilumine el horizonte, mientras las pisadas siembran de amor la brisa de Doñana.

Hoy mi alma volará y volará entre repiques de campanas,… hoy volveré y volveré a rezar abrazado a mi pueblo, hoy soñaré y soñaré con pisar las finas arenas blancas del Camino de los Llanos, hoy lloraré y lloraré por que quiero estar allí,…”


Tras un largo silencio, una voz desde el gentío, escoltada por el Espíritu Santo y avalada por la Virgen del Rocío se eleva por los confines del Cielo, erigiéndose sin altura ni medidas sobre las nubes.

La luna y las estrellas se arrodillan, los luceros se santiguan. La magia de su voz se despliega como una alfombra de sentimientos, los ángeles escuchan atentamente cada entonación, sus ojos ni parpadean, tan sólo atienden a unos labios que enamorados pronuncian miles de piropos a su Patrona, la Virgen del Rocío, su Pastora,…

¡VIVA LA VIRGEN DEL ROCÍO!
¡VIVA LA BLANCA PALOMA!
¡VIVA LA REINA DE LAS MARISMAS!
¡VIVA EL PASTORCITO DIVINO!
¡VIVA LA MADRE DE DIOS!




Entonces, un repique de campanas despierta miles de golondrinas que revolotean surcando la brisa, los ángeles se levantan desconsolados, todos se arriman a las lindes del Cielo para ver cómo Almonte cumple una vez más con su destino, todos lloran desconsolados, uno tras otro piden a San Pedro que les deje partir a la aldea, los pañuelos y los botos están preparados esperando la venia que les abra las puertas del Cielo, sus palabras se tornan súplicas, sus caras son un rosario de lágrimas, en sus labios sólo se leen unas palabras,…

¡Vamos por Ella!




San Pedro, sintiéndose Santero del Cielo, se empapa del sentir rociero, y en un gesto de valentía y de amor por la Virgen, sin pensarlo dos veces abre la Reja del Cielo, dejando partir a todos los almonteños y rocieros hacia un camino de sueños, la hora de regreso, aquella en la que el silencio y la oscuridad acunen y den descanso a la Virgen y al Pastorcito.

Desangelados todos, corren apresurados, en sus caras se puede leer la inmensa alegría, entre el desconcierto algunos incluso olvidan los botos, otros los pañuelos, pero todos caminan hermanados bajo el manto de la Blanca Paloma.

Al llegar a la aldea, la Virgen se encuentra frente a cuatro voces almonteñas escuchando una sevillana que dice:

Silencio, pido Silencio
silencio, silencio
Silencio
Pido silencio
Creí escuchar
Creí escuchar
Que ya vienen llegando
Los que no están
Que nadie mire al Cielo pa buscarlos
Que hoy bajaron para ver a su Virgen
Que alguien les abra hueco en aquel banco
Que el viento trae el eco de las salves
Que un día rezaron bajo su paso
Que tiene tu mirar
Que tienen esos ojos
Que alivian mi pesar
Que este mundo no sería mi mundo
Sin esta madrugá




Una vez delante de Ella, uno a uno se fueron arrodillando, allí lloraron como niños y lucharon como hombres, cada uno a su forma ayudó durante la procesión, unos custodiaron cada pisada, otros aliviaron los sufrimientos, y no se apartaron ni un segundo de su vera.

El camino transcurrió con normalidad, pero al llegar al puente de Olivarejos, el Ángel pregonero adelantó sus pasos, sus botos tomaron un camino diferente, se adentró en Almonte, fue atravesando sus calles y plazas hasta llegar a su casa.

Allí, parado frente a la puerta, la emoción le pudo. A sus ojos vinieron a brotar un mar de lágrimas, esta vez de alegría, en su garganta se anudó un suspiro, pero tomó fuerzas y se adentró en ella.

Nada más entrar sintió como un escalofrío recorrió su cuerpo, allí estaba la escopeta, su escopeta, la que tantas salvas brindó a la Virgen en las idas y venidas, parecía estar aguardando su llegada, relucía como la plata, perfectamente engrasada permanecía en silencio esperando su momento.

Continuó adentrándose en la casa, al final del pasillo se cumplió su sueño, allí estaba toda su familia, su mujer, sus hijas, su hermano y el tesoro de la casa, su nieto, a todos ellos repartió miles de besos fundidos en abrazos, miró al Cielo y arrodillándose en la tierra dio gracias al Señor.

Se colgó su medalla y acompañado de su familia se dirigió al Chaparral.

La Virgen se acercaba inexorablemente al bendito lugar donde tendría a bien suceder el momento cumbre del Traslado.

Don Diego, contagiado por la emoción y con las manos temblorosas, acerca sus manos al pañito y descubre al alba la mirada más dulce, el cielo en un instante se llena de pólvora, el aire va meciendo miles de escopetas, y el Ángel pregonero contempla como su ojito derecho, la niña de sus amores se desvive lanzando salvas de amor con su padre en el pensamiento, su alegría no tiene fin, se hace eterna.

La Virgen baja de su pequeño altar para caminar por las calles de Almonte, él aprieta bien fuerte la mano de su hija y caminan juntos hasta la iglesia.

Aunque ella no pueda verle, siente que está con ella, cerca, muy cerca, en su corazón.

Una sonrisa se dibuja en los labios de su hija, al tiempo que ella también aprieta su mano, juntos rezan al contemplar cómo la Virgen se adentra lentamente en la iglesia repartiendo bendiciones. Una vez en su altar y cuando los ánimos están calmados, el Padre se despide de su familia con lágrimas en los ojos y una sonrisa en los labios.

El santero cierra en silencio las puertas, allí en el silencio del templo se hace poco a poco la oscuridad,…

Y mientras la Virgen acuna al Pastorcito, los ángeles rocieros rezan arrodillados una salve antes de retornar al Cielo,…

Con la satisfacción del deber cumplido.



¡¡¡VIVA LA VIRGEN DEL ROCÍO!!!!!!!!!!!!!

Articulo Escrito por la Srta. Rocío Diaz de la Serna Escolar y Don. Jose Espina Lopez.

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